lunes, 5 de septiembre de 2011

Hampi Dumpty

Todas las expectativas estaban puestas en Hampi... buenas referencias, buenas fotos, buenas vibraciones. Al parecer, Ana ya tenía un presentimiento antes de partir. Esperamos ansiosos para montar en el bus y dormir cuanto antes... yo por mi parte, había madrugado para trabajar y el día había sido bastante largo y agotador. El interior del bus no estaba nada mal y además, los asientos "semi-sleeper" venían con mantita, cosa que se agradece teniendo en cuenta que el aire acondicionado va a todo trapo durante todo el trayecto.

Al llegar a Hospet, como en Cuba: hordas de personas abordándote nada más salir del autobús para ofrecerte alojamiento o desplazamiento (o incluso ambos). Tras la furiosa negativa inicial a todo (como es lógico, nada más despertar), un par de chais nos ayudaron a tener la cabeza un poco más despejada. Después del pequeño solaz mientras la jauría de conductores miraba cómo acabábamos el minidesayuno, decidimos ir a Hampi y cruzar el río hasta la isla (Hampi Island o Virupapur Gaddi). El camino en el auto no fue demasiado largo, y nos cruzamos con varias "peñas" corriendo mientras transportaban una antorcha (como previo a los juegos olímpicos) con motivo de la festividad de Ganesh, lo cual le dio un toque de humor al recorrido.

Antes de nada, comentar que lo que identifico aquí como Hampi es el pueblo en sí, y es donde están todos los templos (se dice que hay más de 350); la isla es la parte donde están los alojamientos bonitos, con vistas al río y donde se suelen alojar en su mayoría turistas... por cierto, en el pueblo, al ser zona "religiosa", no se permite ni fumar ni beber.

Al llegar a la ribera del río en Hampi, nuestra sorpresa fue que, al estar el río muy crecido, no había barcas para cruzar (estamos hablando de una distancia de 100 metros entre Hampi pueblo y la isla). Como no nos terminamos de fiar mucho de lo que dice la gente (sobre todo yo, que en el 80% de las ocasiones pienso que casi todo lo adverso que me dicen viene con la oscura intención de obtener más dinero), seguimos preguntando pero efectivamente nada: no hay barcas hoy... mañana ya veremos. Vimos a una pareja por los alrededores y les preguntamos si también iban a la isla, y al ser su respuesta afirmativa, compartimos un auto hacia la isla por la carretera de atrás, pasando por Hospet (en total unos 60 km).

Cuando al fin llegamos a la parte de río más cercana a la isla, sólo nos separaban 3 metros de agua, con lo que Ana y yo decidimos trepar por unas rocas cercanas para vadear el riachuelo mientras la pareja usaba una "barca-concha" de bambú para cruzar la misma distancia. Caminamos un rato mirando las distintas guest-houses y comparando precios, hasta que nos decantamos por la Shanti Guest House, la más cara (800 Rs la noche), pero también la más bonita: teníamos una cabaña en altura mirando al río y con un porche... una cama-balancín fuera y cama doble con mosquitera y baño bastante decente... perfecto.

Vaciamos las mochilas y nos aseamos un poco para aprovechar e ir a desayunar/comer a Narguila, una guest-house bastante económica (250 Rs) y con mucho ambiente juvenil. Por el camino, tiendas de ropa "hippie" y no tan "hippie", a precios realmente atractivos y con diseños más que agradables... no pudimos evitar comprar algo. Respecto a Narguila, se estaba fatal allí... tumbados sobre colchones tapizados, rodeados de cojines, saboreando una cerveza mientras el sol nos deleitaba con su fulgor y el viento acariciaba los arrozales cercanos... fatal, como os podéis imaginar. Y como estábamos tan mal, decidimos seguir sufriendo todo el día en la isla, con una siesta en el balancín del porche, mirando el río mientras nuestros ojos se cerraban y nuestros cuerpos hacían el koala. Tras algo de lectura y tiempo de nanear (hacer nada), decidimos volver a Narguila para ver si nos encontrábamos con un español que habíamos conocido esa mañana. Efectivamente, allí nos lo encontramos, junto a su mujer y un par de viajeras más: una francesa en sus cuarentas y una veinteañera italiana. Pasamos un agradable rato entre unas cervezas y algo de conversación acerca de sus experiencias durante su viaje por India, tras lo cual decidimos retirarnos a nuestros aposentos y descansar para el día siguiente.

No nos despertamos muy tarde y desayunamos en nuestro "hotel"... yo tortitas con chocolate y ella un superdesayuno con tortilla de queso y tomate, judías con tomate, champiñones y tostadas. Compartir es vivir. Preguntamos si había barcos para cruzar a Hampi y la respuesta fue la misma: no, pero podíamos cruzar al otro lado por donde el día anterior. Lo pensamos y decidimos que lo mejor sería cruzar y alquilar una moto. Eso hicimos, pero cruzar el río (que estaba algo más crecido) nos salió por el doble que el día anterior (ley de la oferta y la demanda). Alquilamos una TVS que se asemejaba bastante a una Mobilette (por 150 Rs) y cogimos carretera hasta Hampi, pasando por Hospet. El paisaje era sublime, entre rocas gigantescas y milenarias que se soportan entre sí por rocas minúsculas, y que así han seguido con el paso de los años, observando agricultores trabajando en sus arrozales y vacas con los cuernos de colores mientras rodábamos por una carretera que no estaba del todo mal. Mi primera experiencia sobre ruedas en India.

Finalmente llegamos a Hampi, y antes de visitar el pueblo, decidimos comer en el "Mango Tree Restaurant" un thali (plato combinado del sur de India que en Hyderabad llaman "tiffin") mirando al río Tungabhadra y rodeados de turistas, tanto extranjeros como nacionales. Después, al templo Virupaksha, que está justo en el centro y es el más llamativo de todos los de alrededor, en parte por ser el de más altura. Entre monos y estatuas, conocimos a un local (de cuyo nombre no puedo acordarme) que nos hizo una visita guiada (incluyendo una presentación oficial a la elefanta Lakshmi que habita dentro del templo) por la voluntad. Mucha historia y muchos cambios de gobierno en la zona después, allí estábamos en uno de los templos dedicados a Shiva, donde observamos también una de las pocos bajorelieves eróticos que hay fuera de la zona de los templos de Khajuraho (donde los templos del Kamasutra). Como se nos hacía tarde y aún quedaban cosas por ver, nos movimos hasta Matunga Hill, hasta cuya "casi-cima" subimos para admirar las maravillosas vistas que las alturas nos regalaban. Lo único malo, una pandilla de monos que por allí rondaba y que no nos daba muy buena espina (incluyendo una mona manca y con pintas rojas en la faz).

Bajamos de Matunga y nos encontramos otra vez con nuestro compatriota del día anterior, con quien compartimos una breve charla antes de saber que era tarde y que debíamos volver a devolver la moto y cruzar el río para llegar a nuestro acogedor alojamiento. A toda rosca emprendimos el camino de vuelta, de casi una hora y sobre todo tipo de carreteras, incluyendo caminos rurales sin asfaltar, carreteras en buen estado y carreteras en obras donde no quedaba otro remedio más que ir adelantando a toda velocidad y con toda la precaución del mundo camiones y vehículos varios. Al llegar ya era de noche y acababa de salir la última barca... y para más inri, las llaves de la moto no estaban puestas: doble problema. Por un lado, la señora que nos había alquilado la moto, despotricando en Kannada (idioma oficial de Karnataka), y por el otro, la pasividad de los locales presentes que no hicieron nada para intentar llamar una barca del otro lado para recogernos. Ese día el río había crecido tanto que los 3 metros del día anterior se habían convertido en 30, y eran insalvables. Decidimos esperar para ver si existían los milagros, pero las personas que allí estaban cerraron sus tiendas y allí nos quedamos ambos en la absoluta oscuridad. Nos acercamos a un grupillo de hombres que charlaban amenamente a unos metros de nosotros y que nos ayudaron a encontrar un alojamiento en el grupo de casa que por allí había, entre manadas de búfalos y vacas pacíficamente paciendo alrededor.

Nos encontramos durmiendo en el suelo en una habitación que tiempo atrás fue (según mi intuición) sede de un partido político o una comunidad vecinal, con un baño algo más que sucio y algunos grillos cantando toda la noche por la habitación... una noche para no olvidar. Intentamos dormir todo lo que pudimos para que el día se terminara lo antes posible y así encontrarnos con el amanecer y poder al fin cruzar al otro lado... más tarde ese día solucionaríamos todo lo pendiente, pero lo primero era lo primero: ducha, desayuno y siesta.

Volver a nuestro "bungalow" fue una experiencia cuasi-religiosa, y me sentí un recién nacido tras la ducha y el posterior desayuno. Explicamos nuestra situación a Rahu (del hotel), y ya todo el mundo estaba al tanto, así que no vio mal el cambiar nuestra hora de check-out de las 10 hasta algo más tarde, así que nos echamos una siesta a su salud. Un rato después (segundos? minutos? horas?) nos estaba llamando para advertirnos que si queríamos cruzar al otro lado, era nuestra oportunidad, ya que la única barca saldría en un rato. Recogimos y nos dispusimos a coger la barca-concha, que había cuadruplicado su precio desde que llegamos, alcanzando el valor de 500 Rs por los dos. Yo, al ver cómo estaba de crecido el río y el viento que soplaba, no tenía mucha fe en que alcanzáramos la otra orilla, pero por lo menos Ana y yo somos buenos nadadores y no teníamos miedo ante lo imprevisto.

Cruzamos con éxito en la abarrotada embarcación de bambú y una pareja nos ofreció compartir transporte hasta Hospet. Antes, arreglamos lo del tema de la llave de la moto: seguramente se cayó del contacto en uno de los numerosos baches que sorteamos en el trayecto del día anterior. Con 500 Rs el problema se quedó solucionado y nuestra conciencia tranquila, así que emprendimos el camino a Hospet. Nos apeamos en una de las calles donde vimos que había un restaurante con buena pinta y allí que paramos a comer y descansar un poco. Como el bus lo teníamos a las 9, simplemante callejeamos un poco y finalmente establecimos nuestro campamento base cerca de donde posteriormente cogeríamos el bus. La espera se hizo amena entre una charla con un espontáneo que por allí pasaba y con las distintas "peñas" que festejaban por enmedio de la calle la festividad de Ganesh. Al fin, cogimos el autobús de vuelta a Hyderabad y felizmente llegamos a casa.

Conclusión: volveremos cuando el río no vaya a crecer... merece la pena.

2 comentarios:

  1. Coño que aventurilla más guapa. Me alegro que esteis disfrutando así de bien de India, incereeeeedibol Indiiiiaaaaaa...

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  2. Toda la crecida del río estaba provocada por una presa que liberaba agua de forma espectacular...

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