jueves, 3 de noviembre de 2011

Dharmakarma

El camino de la virtud es el camino por el que se rige todo el universo, así como el propio individuo en términos singulares. Es la fuerza invisible que decide el destino del mundo, y el que cada uno elige llevar para así contribuir al equilibrio innato de las fuerzas del bien contra el mal. Aunque suene muy épico, creo en ello.

El dharma alude a la actitud frente a la vida, expresando una ética no escrita que se supone hace girar el globo terráqueo, una confluencia de energías positivas y negativas que llevan al equilibrio de la vida, tal y como la conocemos. Es, a fin de cuentas, una interrelación que evita el colapso de la civilización gracias a la existencia de la dualidad que, de manera natural, procura un balance en la existencia.

El karma sin embargo se basa en el principio físico de la "acción-reacción" (y repercusión). Según se estamenta, nuestro destino se decide principalmente en las acciones que desempeñamos, buenas o malas, y que éstas, a posteriori, pasan factura positiva o negativa. Según las filosofías orientales, la recompensa o el castigo puede llegar en esta vida o en otra futura, y las acciones pueden ser las realizadas en esta vida o en otra anterior. Exceptuando la parte violenta en algunos concretos casos, a mi juicio sería como una "Ley del Talión", y por lo cual se supone que, aunque la vida dé muchas vueltas, en el fondo nuestro universo particular no sólo está decidido por nuestras acciones ni por las de un Ser Supremo, sino también por nuestra interacción individual con nuestro entorno.

Trasladándolo a nuestras costumbres occidentales, puede ser un poco como se le dice a los niños pequeños: "Pórtate bien, que si no, no vienen los Reyes Magos"... o como me acabo de acordar, "De lo que das, recibirás". Así que a portarse bien toca.

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